Todos hemos sido alumnos alguna vez. En
cuanto a la enseñanza de la música, el canto… salvo excepciones, todos
hemos tenido contacto aunque sea en el colegio en la asignatura
obligatoria, con un profesor de música.
Tan sólo por el hecho de haber sido alumnos, a veces caemos en la
trampa de pensar que sabemos cómo se enseña. Nos atrevemos a juzgar (a
veces de forma bastante cruel) a los profesores, al igual que lo hacemos
con los padres: como esos seres infalibles, que dominan su terreno y no
se les permite ningún tipo de fallo.
Algunos de nosotros, (alumnos en otro tiempo) en un momento dado, decidimos convertirnos en profesores.
Y es entonces cuando nos damos cuenta de que ser profesor, es una
tarea de una magnitud que no habíamos sido capaces de calcular antes.
Es un arte, el arte de inspirar a los alumnos siendo más que un
profesor: un mentor; de llegar al estudiante y tocar algo en su
interior, de marcar una diferencia en sus vidas, y en definitiva de
transmitirles y enseñarles, sin trampa ni cartón a utilizar su
instrumento y sacar lo mejor de él. De contagiarles la motivación para
que no desfallezcan en esta carrera de fondo que dura toda la vida y
proveerles de recursos psicológicos y seguridad, y no sólo de
rudimentos.
El profesor (de instituto, de colegio, de música, de canto…) no tiene
tiempo de ir poco a poco ascendiendo en su carrera profesional, y
recibir paulatinamente responsabilidades según va avanzando en su
carrera, como sucede en otras profesiones.
El profesor, se hacer responsable del todo por el todo, el primer
día que pone un pie en el aula, o que toma bajo su tutela a su primer
alumno.
Y eso, a veces es una presión que hace que el punto de comienzo a
enseñar se dilate en el tiempo en beneficio de la formación, pensando
que no estamos preparados (aunque tengamos una vocación clara para ello)
o hace que temamos que los primeros alumnos se queden con las primeras
impresiones y el trabajo, la valía y el desarrollo del docente, se
estanque presa de lo que pensamos que quedó en la mente de esos primeros
alumnos.
Yo comencé en su día a dar clases de canto, y me di cuenta de que mi
método cojeaba. Inmediatamente, dejé por un tiempo de impartir clases
hasta nutrirme con lo que me faltaba, y volví a la carga. Hoy puedo
decir que soy una profesora de canto muy completa, pero no puedo negar
que me queda mucho por aprender, por afianzar y mucho recorrido por
andar para convertirme en una “artista” de la enseñanza.
Si estás pensando en ser profesor de música, enhorabuena y déjame
decirte que ERES NECESARIO. Al igual que los compositores, que los
grupos noveles, que los estudiantes ávidos por aprender música, que los
padres que se siguen preocupando de inculcar este amor a la música en
sus hijos y lo consideran esencial en su educación.
No pienses que debes esperar a lanzarte a enseñar hasta pensar que
estás 100% preparado, porque nunca lo estarás. Simplemente fórmate y
llegado el momento, mírate honradamente en el espejo. Si consideras que
tus conocimientos son suficientes, valora justamente lo que ofreces, y
ponte a ello.
Estoy segura de que un estudiante, te está buscando precisamente a ti ahora mismo.
Gema Vau
Gema Vau es profesora de canto moderno y cantante de estudio y directo.
Más información sobre sus clases en http://gemavau.wix.com/canto
(Artículo inspirando en el escrito de Valerie Strauss “You think you know what teachers do. Right? Wrong.” publicado en el Washington Post el día 22 de Febrero 2014)